Olores de la felicidad: pan recién hecho

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Pongámonos en situación:

Estamos de viaje por Soria. Hemos pasado la noche en el Cañon del Rio Lobos. Ha hecho fresquito esta noche y hemos tenido que recogernos dentro de los sacos de dormir dejando fuera solo las narices para que se empapen de los aromas de la naturaleza en estado puro. La tierra mojada por el rocío, los tomillos, la salvia y los cientos de matices herbáceos nos empapan los sentidos de puro gozo y los ruidos del despertar más natural nos avisan que un nuevo día está a punto de comenzar. Esta misma naturaleza nos mandó a dormir pronto después de que se pusiera el sol y aunque el sonido de los grillos nos acompaño un buen rato, los dulces sueños se apoderaron de nosotros.

Ha sido una experiencia única para los niños. No solo la excursión, que 14km ya son, sino el contacto tan directo e íntimo que ha sido el dormir aquí mismo.  Seguramente en su cabeza, este despertar lleno de aromas y sonidos ya está bien guardado y las veces que en su vida olerán alguno de estos aromas , este recuerdo les acompañará y les llenará de todas estas sensaciones que hoy están sintiendo.

Allí están, los miras y te emocionas, pequeños humanos que un día se comerán el mundo. Está en nuestras manos crear recuerdos para ellos y para nosotros mismos. Al final, es lo que nos define como personas.

Para mi, los recuerdos más poderosos son los que revivo a través de un olor.  No será por nada que se suele decir que nuestra nariz tiene conexión directa con el centro de nuestras emociones. Si piensas en un olor, seguramente tienes un poderoso recuerdo con el que lo relacionas, sea bueno o malo.

Y yo pienso en olor del pan recién hecho. El olor de la felicidad, de las mañanas en casa con mi familia;  de «¡hoy va a ser un gran día!».

Tengo un respeto infinito por lo panaderos. Por sus madrugones, su paciencia y la magia que hacen con sólo 3 ingredientes: harina, levadura y sal.

¿Habéis visto la variedad de panes que hay? Todos tienen la misma «madre» (y no me refiero a la masa madre 😉) y sin embargo hay tantos tipos distintos. ¿Y si nos atrevemos nosotros mismos?

Vale, diréis, pero ¿este no era un blog de comida para cocinar fuera de casa? Justo por ello. Por eso voy buscando y probando cosas, para que incluso fuera de casa podamos hacer cosas increíbles. Y eso es lo que me ocurrió con estos panes para hacer ¡en la sartén! Son muy fáciles de hacer, con pocos ingredientes y nada de complicaciones, en cambio el resultado y el olor que lo envuelve, queda grabado en nuestras emociones para siempre: ¡pan recién hecho para desayunar!

O para comer, merendar, cenar… ¡Para cuando te apetezca llenar tu viaje de olores de la felicidad!